Los carismas. Retiro
regional de Asturias. Gijón 13 de enero de 2013
Todos los carismas nacen del
Espíritu Santo. El Señor nos llama a evangelizar, a construir su reino. Para
eso necesitamos herramientas, unas para protección (y crecimiento) personal y otras
para el avance de la obra (para el bien de los demás). Esas herramientas no son
nuestras, las usamos para la construcción del Reino de Dios. Unas son muy
ruidosas y otras silenciosas; a veces son difíciles de usar o incómodas.
En I Cor 12, 4-7 se nos recuerda
que hay diversidad de carismas pero un mismo Dios. Es importante estar abiertos
a acoger los carismas y a discernirlos. Nunca pueden ir contra el
discernimiento de la Iglesia.
San Pablo nombra 20 carismas
organizados en tres grupos:
- Para la instrucción de los fieles: exhortación, palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, discernimiento, don de lenguas y su interpretación…
- Para el alivio de los fieles: limosna, curación, consuelo, asistencia…
- Para el gobierno de la comunidad.
Los carismas son un medio para
alcanzar un fin superior: la Caridad.
En el carisma de la profecía, el
profeta habla a los hombres para su edificación o consolación. Suele ejercerse
en momentos puntuales. La vida del profeta tiene que ser coherente con lo que
anuncia.
El carisma de milagros sigue tan
actual como en vida de Jesús. La Iglesia ha reconocido muchos milagros a lo
largo de la historia.
El carisma de sanación suele ser
para evangelizar, para que aumente la fe de todos.
Si pedimos a Dios que llueva,
preparemos nuestros paraguas para la lluvia.
En la Biblia 366 veces Dios dice
“No temas”, una para cada día del año, incluyendo los años bisiestos.
Las lecturas de la Misa diaria
son como el plato del día para cada cristiano. Hay días que se come a la carta,
pero el plato del día es el que nos mantiene.
La iglesia necesita un perenne
pentecostés. “El Espíritu es para vosotros y para vuestros hijos”. Nosotros
somos herederos de esos primeros testigos. Hasta la venida del Espíritu los
apóstoles veían en Jesús un buen compañero de viaje. Luego vieron al Mesías.
El libro “Como un nuevo
pentecostés” de Patti Mansfield cuenta los orígenes de la Renovación
Carismática, durante un retiro organizado por profesores y alumnos de la
Universidad de Duquesne en febrero de 1967.
Todos los carismas son
importantes, igual que todas las partes de nuestro cuerpo.
En la oración en lenguas no se
habla a los hombres sino a Dios, uno se edifica a sí mismo, Dios quiere que
todos lo usen… Martín Descalzo cuenta una historia que ayuda a entender este
carisma: un pastor casi analfabeto recitaba cada día unas oraciones que le
había escrito en un papel su maestro los
pocos días que había podido ir a clase. Un día tuvo que ir a la ciudad por lo
que se puso su traje nuevo. Cuando estaba allí se dio cuenta de que las
oraciones habían quedado en la ropa de diario y no sabía cómo rezar. Entonces
se acordó que sabía recitar el abecedario. Le propuso a Dios repetir muchas
veces el abecedario para que Él reuniese las letras formando la oración que a
Él le gustase más.
El don de lenguas es muy útil
tanto para hacer intercesión por otros como para la oración personal. Es un
regalo valioso capaz de unir en oración a personas de muy diferentes lenguas.
Finalmente, el Señor nos dice esta Palabra:
“Tenéis que reavivar el fuego, no
lo dejéis apagar, estáis a tiempo, pero es urgente. No os acomodéis en los
grupos. No basta reuniros y orar y llevar una vida más o menos religiosa.
Necesito más de vosotros, os necesita mi iglesia. Dejad libre al Espíritu
Santo”.
Confirmación de la Palabra: ( Ap.
3, 1- 3) “Conozco tu conducta; tienes nombre como de quien vive, pero estás
muerto. Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no
he encontrado tus obras llenas a los ojos de mi Dios. Acuérdate, por tanto, de
cómo recibiste y oíste mi palabra: guárdala y arrepiéntete.”
Isabel
Isabel